Un festejo clave para el peronismo
El primer acto del Día del Trabajador se realizó en 1890, en el Prado Español de Buenos Aires, y contó con la participación de numerosos movimientos obreros, integrados en su mayoría por inmigrantes alemanes, italianos, españoles y portugueses. Desde entonces se celebra cada 1º de mayo el Día del trabajador. A partir de la primera presidencia de Juan Domingo Perón (1946-1952), la conmemoración del Día del Trabajador alcanzaría cada vez mayor importancia, realizándose celebraciones multitudinarias en todo el país. El 1º de mayo se convirtió en un día emblemático para la liturgia peronista, debido a las numerosas reivindicaciones y conquistas que los trabajadores obtuvieron de la mano del tres veces presidente de la Nación; por ello, entre las diversas manifestaciones de entonces se destaca la convocatoria de los obreros en la Plaza de Mayo, quienes llegaban en multitud desde temprano para escuchar el discurso de Perón. Tal como escribió Felipe Pigna, esas conquistas fueron permanentemente atacadas por las fuerzas de la reacción tras la caída del peronismo, cuyos enemigos no dudaron en realizar persecuciones, desapariciones, encarcelamientos, torturas, para minar el espíritu combativo del movimiento obrero, que no obstante esos salvajes ataques resistió y resurgió, cada vez que se lo pensó “domesticado”.